La atracción de talento científico ha sido, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, un factor clave para la competitividad de los sectores más intensivos en conocimiento, como el químico, farmacéutico y biotecnológico y para aquellos países que han apostado por ellos.

 

Ahora, en un entorno geopolítico cambiante generado por las políticas restrictivas de la administración Trump, la cual parece olvidar aquello que ha contribuido al desarrollo de su país, aquellas están provocando una clara desafección de científicos e investigadores en EEUU, los cuales están empezando a abandonar dicho país.

 

Con este caldo de cultivo, Europa y, en particular, España, tienen hoy una oportunidad estratégica no solo para impulsar estas áreas sino, en el caso de España, provocar un cambio en su modelo productivo.

Así, las políticas restrictivas en financiación de la ciencia, control migratorio y falta de apoyo institucional están empujando a numerosos perfiles cualificados a replantearse su futuro profesional. Muchos de ellos, europeos (bastantes de ellos españoles) formados en centros de élite de los EEUU, están comenzando a mirar de nuevo hacia Europa como destino profesional.

La industria química, farma y biotech, que depende críticamente de la excelencia investigadora, puede beneficiarse directamente de este cambio de tendencia. Y España, que recientemente promulgó la Ley 28/2022, de 21 de diciembre, de fomento

del ecosistema de las empresas emergentes (“Ley de Start Ups”), cuya entrada en vigor se produjo el pasado 1 de enero del 2023, con el objetivo declarado de “impulsar este tipo de empresas como uno de los motores de la recuperación y la modernización de la economía española”, dispone de algunos elementos diferenciadores con respecto a otras economías de su entorno.

 

Y, entre ellos, destaca el Régimen especial de “impatriados”, regulado en el artículo 93 de la Ley del IRPF y en los artículos 113 a 120 de su reglamento, y reforzado a partir del citado 1 de enero del 2023 para incluir, en su ámbito subjetivo, a investigadores, emprendedores y profesionales desplazados a España.

Este régimen permite a aquellos contribuyentes que adquieran su residencia fiscal en España y cumplan con determinados requisitos, tributar por los rendimientos, con carácter general, al 24% hasta 600.000 euros, con exclusión de rentas extranjeras no obtenidas en España, y por un periodo de hasta 6 años (periodo en el que se adquiere la residencia fiscal y 5 más).

Es decir, permite atraer talento sin necesidad de incrementar costes laborales brutos para las empresas, facilitando la incorporación de científicos de alto nivel con incentivos competitivos frente a Francia, Italia o incluso Irlanda.

 

Y parece que España preveía una situación de este tipo porque, como hemos comentado, a

partir del 1 de enero de 2023, este régimen incluye (cumpliendo los preceptivos requisitos) a aquellos contribuyentes que realicen en España una actividad económica calificada como actividad emprendedora (L 14/2013 art.70), la realización en España de una actividad económica por parte de un profesional altamente cualificado (L 14/2013 art.71, 71.bis) que preste servicios a empresas emergentes (L 28/2022 art.3), o que lleve a cabo actividades de formación, investigación, desarrollo e innovación (L 14/2013 art.72), percibiendo por ello una remuneración que represente en conjunto más del 40% de la totalidad de los rendimientos empresariales, profesionales y del trabajo personal. 

En sectores donde el acceso al talento es un cuello de botella para el crecimiento y la innovación, este instrumento puede marcar

la diferencia. Para los grupos empresariales, supone una oportunidad para establecer filiales científicas (“hubs” tecnológicos), reclutar perfiles de liderazgo en I+D y reforzar alianzas con centros internacionales. Para España, una vía para convertir el capital humano en motor de transformación industrial. Lo anterior debe ser corroborado de manera efectiva con una política migratoria, cuyos procesos y mecanismos de autorización faciliten realmente esta atracción de talento, elemento que no es necesario en el caso del tan ansiado retorno de nuestro capital humano que ha desarrollado parte de su carrera en el exterior. 

 

Por ello, recomendamos al sector continuar integrando esta herramienta en sus estrategias de búsqueda internacional de talento, colaborar con asesores especializados en movilidad internacional y promover activamente su uso ante candidatos clave. La fiscalidad puede ser más que una obligación: una ventaja competitiva para construir el futuro de la industria.


Fuente: Andersen